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RESTAURANDO Jeremías 1:4-10 Jeremías era una persona de baja auto-estima, se sentían aplastado por la presión de la vida, las exigencias, las responsabilidades, las decisiones. El mismo se definía como “niño”. Jeremías era de los que “le escapan al bulto” los que por temor, miedo, inseguridad postergan toda decisión. No sabemos que pasó en su infancia, no sabemos nada acerca de la relación que tenía con sus padres, sus hermanos, el hecho es que Jeremías se desvalorizaba a sí mismo, no se tenía confianza, se miraba a sí mismo como u infante, como una persona pequeña, débil, incapaz. Este pasaje nos habla acerca de la voluntad de Dios de ordenar nuestra propia auto-imagen, de revalorizarla, de corregirla. Ante la excusa de Jeremías, ante el argumento que expone, el Señor lo reprende diciendo “no digas soy niño”. Dios le declara lo que en verdad es “Un elegido, escogido”. Jeremías era una persona, como vos y como yo, con propósitos divinos en la tierra. Su nacimiento, su vida, tenía razón de ser en los propósitos de Dios. Dios tuvo que cambiar su mentalidad para que pudiera asumir otro rol en la vida, otra actitud. Le advirtió que no se vuelva a descalificar, que no sea más temeroso frente a los desafíos y decisiones. Dios le reveló que había un poder que él tendría que usar Lamentablemente hay muchos Jeremías que tienen una auto-imagen negativa, pesimista o lo que llamamos baja autoestima. Son personas en las cuales Satanás se valió de algo o de alguien para llenar su mente de pensamientos negativos contra sí mismo, de desprecio de su propia persona. Son personas que tienen problemas con su cuerpo, con su nariz, con su cabello, con su tono de vos, con su inteligencia, no se gustan a sí mismos, no se tienen fe. Les cuesta amarse, considerarse dignos, aceptarse a sí mismo. Ven en los demás todo lo que no ven en ellos, se sienten perdedores, postergados, desafortunados. Son personas que no se aceptan tal cual Dios las he hecho, tal cual son, no encuentran razones para vivir, propósitos de su existencia. Sienten haber nacido en un lugar y en un tiempo inapropiado. Se sienten de más en el mundo y en la vida. La auto imagen es muy importante. Cuando uno habla, se comunica o se relaciona lo hace en función de la auto-imagen que tiene de uno mismo. La auto-imagen de uno mismo es muy importante porque siempre uno va a reaccionar, contestar y actuar según el concepto que tenga de sí mismo. Los espías de Israel que fueron a observar la tierra de Canaán tenían una muy pobre auto-imagen de sí mismos. Los años vividos en esclavitud en Egipto le habían marcado. Ellos se asumían como esclavos, a pesar de que ya eran libres. Se creían pobres, aunque habían salido con oro y plata. Se sentían indefensos, aunque habían visto la mano salvadora del Señor sometiendo al Faraón y ahogando a sus ejércitos en el mar Rojo. Por eso cuando ellos salen a la vida, todo lo que ellos veían lo traducían como “una amenaza, un peligro” Agrandaban lo que estaba fuera de ellos y achicaban lo que ellos mismos que eran. Una persona con una auto-imagen pobre, es aquella que siempre admira a los demás, ve como los demás tienen éxito, como a los demás les llegan las oportunidades y uno se siente a sí mismo como una cucaracha que están a punto de pisar. Hay personas que no han restaurado su auto--imagen. Cuando uno recibe a Cristo en su corazón recibe el Espíritu Santo quien le trae una Nueva Información acerca de su vida; una nueva valoración de sí mismo, una Nueva Auto-imagen. Lo penoso es que muchos cristianos, al igual que los hebreos, a pesar de haber sido librados de la esclavitud, de haber sido convertidos a Cristo, siguen con la mente y el alma atada; teniendo pensamientos y sentimientos malos de sí mismo. Esas personas son las que están dispuestas a asumir la tragedia en su vida, son las que el diablo ha llenado su mente de resignación para que crean que su vida es un fracaso. Han aceptado la destrucción de su familia, de su economía, de su salud, han aceptado el fatalismo como la regla se su vida. Dios quiere reconstruir tu auto-imagen
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