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Tema: El propósito de la unción. Texto: Lucas 4:18-19. Creo que el verdadero propósito por el que Dios procesa a sus hijos es para capacitarlos en atraer otros hacia Él. Esto es el verdadero avivamiento. Un avivamiento es cuando la iglesia logra traspasar las paredes de los templos, y literalmente, afectar la comunidad. Es cuando la presencia de Dios hace habitáculo en un lugar, y la convicción de pecado es tan palpable que los altares se colman de personas deseosas de hacer la oración del pecador para aceptar a Cristo. La iglesia deja de ser solo una organización y trasciende las barreras espirituales. Alguien dijo una vez “el avivamiento solo puede darse a través del método de Dios y el combustible para ese avivamiento solo puede ser la unción”. El avivamiento tiene que ver con algo más que un método de crecimiento y sanidad espiritual. Quizás habrás oído de muchas personas que dicen que estamos viviendo el último gran avivamiento, pero yo te digo que este es solo el despertar de un gigante que había estado dormido, Dios esta solamente reacondicionando, reactivando y reacomodando a su pueblo para el verdadero gran avivamiento. No es asunto de modas Últimamente he notado algo que se ha estado moviendo en el mundo espiritual, y ni siquiera nosotros nos hemos dado cuenta que Satanás esta usando nuestras propias armas para lograr distraernos del principal objetivo: Ganar almas para Cristo. En gran parte de nuestras iglesias no se habla más que de guerra espiritual. De pronto todo el reino de Dios pareció centralizarse en un solo objetivo: la esfera demoníaca. Estoy convencidísimo de que la guerra espiritual viene de Dios y yo mismo la uso ocasionalmente, el único inconveniente surge cuando creemos que se trata del “ultimo Grito de la moda”, y lo colocamos en el pedestal de lo más importante. Estoy convencido de que Dios prospera económicamente a sus hijos, pero si solo nos dedicamos a predicar que el evangelio se reduce a cumplir con mis ofrendas para ser exitoso, estoy creando una moda. La ofrenda y los diezmos son solo una de mis obligaciones y responsabilidades como cristiano. También creo que Dios sana, Dios me sanó a mí de un problema en el corazón hace algún tiempo, pero seria deshonesto proclamar que el único propósito del Creador es sanar gente. Se también que la sanidad interior es necesaria y eficaz para el nuevo creyente, pero hay iglesias que han convertido eso en el último grito de la moda y lo único que les interesa es ir por el mundo libertando gente de su pasado y sanando heridas de su niñez. Pareciera ser que el diablo, que algo sabe de modas, nos esta tratando de distraer con el propósito de la verdadera unción. Cuando la gente empezó a oír hablar de la unción, y aun nosotros lo hemos creído así, lo único que nos interesaba saber era si el pastor que iba a venir a predicarnos el próximo domingo, tumbaba a la gente al piso cuando oraba por ellos. Quiero dejar algo muy en claro, amo, adoro, deseo y anhelo la unción del Espíritu Santo y la creo necesaria para el ministerio, pero la unción tiene un propósito más elevado que hacer rodar la gente por el piso. Hay mucha gente que se siente discriminada espiritualmente por Dios por el sencillo hecho de que jamás cayeron al piso cuando los ministraron. El propósito de la unción no es proporcionarnos una nueva experiencia que contarles a nuestros amigos, sino capacitarnos para la gran comisión. La unción es algo mas que una nueva moda, la unción tiene un propósito mas elevado: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.” (Lucas 4:18-19). La unción definitivamente no es una moda más, sino que tiene que llegar a ser el propósito de nuestras vidas. Existen tres frases nocivas, tres conceptos negativos que los cristianos hemos aceptado como grandes verdades. La primera frase es: Ya casi todo el mundo ha oído de Cristo, Cuando hay miles que mueren sin tan siquiera saber quien es nuestro Señor. La segunda frase es: Hay mucho que están predicando y muchos misioneros en el mundo, sin saber que los misioneros alrededor del mundo no llegan ni siquiera a ser el no por ciento de la iglesia total. Finalmente la tercera frase es: Yo no tengo el llamado para predicar, mas yo te digo que si no tienes el llamado para predicar, no mereces llamarte Cristiano. ¡¡¡Tú naciste para predicar!!! El verdadero propósito de la unción es hacernos comprender y capacitar a la iglesia de Cristo para conquistar, ya que somos la única alternativa para un mundo agonizante. Cuando el estilo de Dios se impone Me agrada muchísimo el estilo de Dios. Me fascina el «estilo» de Dios. Un importante hacendado decide contratar empleados para que trabajen en su campo por... digamos unos cincuenta dólares al día. Deben comenzar temprano por la mañana, ya que hay mucho trabajo por hacer. A las tres de la tarde contrata una decena de obreros más. Hace lo mismo a las seis, y a las nueve. Finalmente hace algo inesperado: casi cuando la jornada está por finalizar, sigue contratando obreros para su campo. Y algo más inesperado aún: les paga lo mismo a todos. Los que trabajaron desde la mañana y soportaron el fragor del día, no terminan por entenderlo; no es justo, no es equitativo. Los últimos trabajaron muy poco para merecer la misma paga. El hacendado sonríe. Él contrata a quienes quiere y les paga lo que le place. Es el «estilo» de Dios. Finalmente deciden arrojarlo en una cisterna y venderlo como a un esclavo. «Nos deshicimos de él», comentan orgullosos. Años después, los victimarios están inclinados ante el muchachito de la túnica, que ahora es un hombre eminente que abrirá los graneros para darles de comer. Es el inconfundible «estilo» de Dios que toca lo que no es... para que sea. Hay cientos de historias más. Pinos y cipreses sorprendidos de que el Creador utilice una vil zarza para hablarle a Moisés. Un ejército atónito que todavía no digiere que un muchachito pastor de ovejas acabe con un gigante filisteo. Vecinos de Capernaum que no pueden creer que el Maestro haya elegido a un tosco pescador llamado Pedro. Religiosos que no aceptan bajo ningún punto de vista que el Mesías decida nacer en un establo del remoto pueblito llamado Belén. «Sucede —dicen los eruditos— que ningún avivamiento comienza en un establo», tratando de buscar una explicación lógica, y agregan: «Puede venir algo bueno de un establo?» En teoría no, pero al «estilo» de Dios todo es posible. Él puede contratar obreros al ocaso del día y transformar esclavos en gobernadores, pastores en reyes, pescadores en discípulos y establos en palacios. Un poco de mi historia. Por ser el penúltimo de seis hermanos, aprecié casi como un espectador lo que Dios hacia en años atrás a través de grandes hombres de Dios como Billy Graham, Carlos Annacondia, y Yiye Ávila, Beny Hinn, Di Rocco, y una de mis mujeres favoritas: Katrin Kulman entre otros. Lograba sorprenderme con el Dios hacedor de milagros, pero no podía concebir la idea de que ese mismo Dios algún día podría usarme. «No estoy dentro del modelo que Dios utiliza —comentaba—. Dios solo unge a los americanos como Graham, Beny, Katrin o raras excepciones como Carlos Annacondia y Yiye Ávila, pero nunca lo ha hecho con un jovencito de El Salvador. Crecí con esa teoría y estuve a punto de aceptarla de por vida. Pasé gran parte de mi niñez y adolescencia, en una iglesia religiosa donde se suponía que Dios solo podía depositar sus dones sobre algunos «elegidos». Aún recuerdo a esas hermanas que eran «propietarias» del don de profecía, e iban por la vida prediciéndole el futuro al resto de la congregación, y diciéndoles lo que tenían que hacer; y a otros que decían que recibían sus sermones en visiones durante la noche. La regla para ejercer un ministerio era ser bautizado en el Espíritu Santo y tener la mayor cantidad de dones y hablar en lenguas lo más rápido posible. Estuve años buscando el bautismo del Espíritu Santo, y la gente que había vivido la experiencia relataban testimonios de haber sentido extraños calores y sensaciones fuertes. Y eso solo despertaba en mí una depresión espiritual por que creía que Dios me había dejado a un lado. Muchos de nosotros hemos sentido lo mismo, y mas de alguno se ponía tenso y trataba de repetir «aleluya, aleluya, aleluya…» lo más rápido posible para lograr que la lengua se trabara y de esa forma balbucear alguna jerga extraña, pero no resultaba. Cuando finalmente sucedió, no fue nada estrepitoso, nunca estuvo en el terremoto, ni en el viento que destruía montes, ni en el fuego, Sin trompetas angelicales ni dragones gigantescos; simplemente un casi silencioso regalo. Tan sencillo como eso. Pero, paradójicamente, el bautismo del Espíritu me llenó de dudas. ¿Por qué no entraba en éxtasis al momento de hablar en lenguas? ¿Por qué nunca lograba tener visiones? Ahora no solo me sentía frustrado, sino también bajo presión. Además, en el caso hipotético de que Dios me usara, ¿en qué podía servirle? Conocía muy poco A la conquista del mundo perdido. Hay muchas personas que creen que si Cristo viene pronto, no hay por que preocuparse demasiado por este mundo y sus habitantes. “Hay que dar gracias a Dios por que nos vamos pronto” decimos con una sonrisa de futuros exiliados políticos. Hay gente que cree que si no es nada de esta tierra nada de aquí les compete. Gente que lo único que dice es: “Dicen que el anticristo ya nació en Polonia” o “Las cosas están empeorando aquí en la tierra y si siguen así, pronto vendrá el Señor y nos iremos con Él y adiós problemas”. Cristianos con paranoia apocalíptica, que esperan un rescate en vez de guerreros dispuestos a conquistar el mundo para Cristo. El Apocalipsis no fue escrito para que tengas temor, sino para que sepas que Cristo es quien termina al mando de la historia. Nosotros estamos del lado ganador, y lo único que se nos pide es predicarle al resto del mundo, un mundo que esta esperando desesperadamente una alternativa. (Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Ro. 8:19-21). Cristo no vendrá a llevar una iglesia moribunda y raquítica, sino una iglesia victoriosa y vencedora. Tener victoria no es tener una fiesta privada con el Señor dentro de nuestro templo, sino salir al mundo a predicarle a los perdidos. Una vez tuve una charla con un joven que me decía: quiero que ores por mí, tengo un empleo donde estoy rodeado de mundanos, y quisiera que Dios me saque de allí para poder servirle, y yo le dije: ¿Define mundanos? A lo que el me respondió: Tú sabes, Gente del mundo. Y yo le dije: pero nosotros también somos mundanos (Si hubiéramos nacido en Marte seriamos marcianos ¿o no? Pero si naciste en el mundo eres mundano) Me refiero a que estoy rodeado de inconversos me dijo. Entonces no tienes que orar para servirle, estas en el lugar correcto (Definamos algo: servir a Dios no es tocar un instrumento el día domingo. Ni ayunar los 7 días de la semana). Servir a Dios es predicarle a esos que tu llamas mundanos le dije. Pero yo no me siento cómodo entre ellos me dijo. Hemos creído que la unción solo sirve para reunirse y cantar “Cristo viene otra vez y nos llevaraaaa…” La unción es para capacitarnos y poder ser luz, donde hay tinieblas y ser sal donde no hay sabor. El mundo mismo pide a gritos que descubramos el verdadero significado de la unción… Ro. 8:19-21. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. |
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