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Almohadas de piedra. (Génesis 28:10-18) Cuando Dios te da una visión, hay dos formas de esperarla, sentarse a esperar que algo suceda, o haces algo para que las cosas empiecen a ocurrir. Yo creo que uno de los lapsos mas difíciles que deben atravesar los que son llamados por Dios, es ese tiempo que separa la visión de su cumplimiento. Todos desearíamos un día recibir el llamado y al día siguiente estar en el sitio correcto, realizando lo que Dios nos llamó a hacer. (Todo esto, claro, al simple hecho de no saber esperar) El que tiene un llamado a las misiones esta dispuesto a dejarlo todo por ir a cumplir su misión, el futuro evangelista se siente tentado a cambiarse de iglesia a una donde le otorguen una posibilidad rápida de desarrollar su ministerio. Todos hemos vivido esa ansiedad desesperante y muy pocos sobrevivimos a la tentación de adelantarnos a los planes de Dios. Adentrándonos a la carpintería. Quizás habrás escuchado del ministerio de Jesús, de todos los milagros que realizó y de todos los prodigios que hizo cuando comenzó su ministerio a los 30 años, pero antes de esto, hay un tiempo de silencio en la historia en que el maestro desaparece y no se encuentra por ningún lado, ¿no te imaginas donde esta? ¡Claro! ¡En la carpintería!!! Ese lugar por donde nadie quiere pasar, un periodo de silencio donde Dios te enseña los principios básicos para escribir tu visión en tablas y posteriormente declararla a los demás, una etapa de silencio y capacitación. En lo personal creo que la carpintería significo para nuestro maestro, un desarrollo silencioso, pero vital, para sus tres años de ministerio aquí en la tierra. 30 años en los cuales no se registró ni un tan solo milagro, aunque el Hijo de Dios ya tenía la visión y estaba dispuesto a echarla a andar en el momento en que el Padre se lo pidiera. Generalmente queremos que nuestra capacitación dure tres años para un ministerio que durara treinta, pero el Señor hizo todo lo contrario. Para Cristo, la carpintería significo, saberse el único redentor para un mundo agonizante, mientras sigues fabricando muebles, esperando el tiempo correcto de Dios. He conocido a personas que han fracasado por creer que pueden ayudarle a Dios adelantándose a sus planes. Les he escuchado decir: “Bueno, como el pastor no valora mi llamado, ni me para bolas, tendré que congregarme en otro sitio donde si se respete mi ministerio”, o “Dios me hablo, y ya no puedo esperar mas, mañana mismo voy a fundar mi propia iglesia”. Las personas tratan de pasar por sobre los tiempos de carpintería, y jamás llegan a un buen desempeño sin haber antes cursado este lapso de preparación silenciosa. Aceite sobre la piedra. Mira a Jacob, su juventud no fue del todo pacifica, tuvo que engañar a su padre para obtener la bendición de la primogenitura, y ahora su hermano amenazaba con matarle si se quedaba allí. Jacob se encuentra solitario, triste y deprimido y Dios lo esta llevando a una situación limite para darle una visión. (Génesis 28:11). Jacob no tenia un colchón confortable para pasar la noche, solo una rústica piedra que pudo servirle de almohada. Allí recostó su cabeza y descansó, fue sobre la almohada de piedra que Dios se le apareció, le da una visión y le habla de su futuro. (Génesis 28:14) Pero al despertar Jacob se encontró en el mismo estado, aun siendo perseguido pro su propio hermano, amenazado de muerte y sin nada que comer o un lugar donde dormir, tendiendo por cabecera una odiosa e incomoda almohada de piedra, nada de su presente había cambiado pero en su corazón ardía un fuego, el fuego de una visión dada por Dios. Ese mismo fuego que arde en tu corazón, el fuego de tu propia visión dada por Dios, y aunque tu presente no ha cambiado, (y aunque quizás aun nadie confía en ti, ni te miran como un gran futuro líder), hay una nueva llama ardiendo en tu corazón. Volviendo a la historia de Jacob, ¿Derramo aceite sobre la piedra? Bendijo su rustica almohada de granito. Jacob pudo haber dicho: “Muy bien Dios, digamos que es cierto todo lo que me has dicho en la visión de anoche, pero nada en mi presente ha cambiado, desperté en la misma piedra en la que me recosté anoche… pudiste darme por lo menos una almohada mas cómoda, aunque sea como adelanto de la visión digamos” ¿Te suena ridículo? Mas sin embargo nosotros actuamos de esa forma muchas veces. “Señor, si realmente tengo un llamado a las multitudes, o a los jóvenes, ¿por que sigo siendo un simple líder en el cual nadie confía? ¿Por qué si la palabra profética de anoche fue cierta, sigo sintiéndome como si nada hubiera cambiado? Siempre queremos un adelanto para poder creer, nos cuesta creer que ayer Él nos prometió algo grande pero aun hoy seguimos fabricando muebles en nuestra carpintería del silencio. José sueña que todos se le inclinaban ante el, mas por el momento era el fiel esclavo de un egipcio, David sabe que fue ungido como el futuro rey de Israel pero por ahora sigue pastoreando ovejas. Todos ellos bendijeron la almohada de piedra, el tiempo de espera, la carpintería. Derramar aceite sobre una piedra es un tanto ridículo, tan ridículo como bendecir todas las experiencias desagradables que has pasado solo para saber que esas experiencias te formaron para ayudar a los que están pasando por lo mismo, tan alocado como reírse cuando en tu interior sabes que dentro de unos años serás un líder que ministrara multitudes alrededor del mundo, bajo una poderosa unción llamando a las multitudes al arrepentimiento, y por el momento no confían en ti por que “No estas muy bien preparado” o porque “Estas demasiado joven”, tan sorprendente como alegrarse de que eres un evangelista que estremecerá al mundo con el mensaje de Jesucristo pero por ahora solo confían en ti para barrer el templo. Derramar aceite sobre la piedra es saber que Dios te hablo de un gran ministerio, estadios llenos, grandes multitudes siendo pastoreadas por ti pero por ahora eres solo ese chico que se encarga de los jóvenes. Bendecir la piedra es saber, por sobre todas las cosas, la regla numero uno de los que son llamados por Dios a servir: Esperar el cumplimiento de la visión y no adelantarse a los planes divinos. Pastor Joel González. |
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